domingo, 16 de marzo de 2014

ROMITA COMEDOR







La capacidad del ser humano para adaptarse al medio es extraordinaria. Nuestra mente es capaz de comprender la naturaleza del contexto en el que nos movemos,  por lo que cuando detecta algún elemento que no se rige por su leyes, lo identifica como un sujeto extraño y hace saltar la alarma. Nuestro instinto nos avisa de los cambios, rarezas u otras cosas que sobresalen de la percepción que tenemos de aquel contexto en cuestión, y de una manera natural, nuestra mente empieza investigar su sentido; se interesa por conocer su razón de ser.  

Ver una pancarta luminosa gigante colgada en la fachada de un edificio de un pequeño pueblo de Extremadura, por ejemplo, resulta un sujeto extraño dentro de aquel contexto, por lo que nos llama la atención en seguida. En cambio, esa misma pancarta en Las Vegas, es algo normal y posiblemente nos pase desapercibida. Nuestro cerebro busca el estado de confort y sólo destina sus energías en aquello que pueda alterar su estado de calma.

Una cosa que suelo decirles a mis clientes es que sus propuestas de negocio tienen que incorporar algo que rompa con lo cuotidiano porque sólo así se interesaran por ellas. Y con eso no digo que tengan que ser extravagantes o rompedoras sin sentido alguno, porque entonces tendrán muchas probabilidades de fracasar por posicionarse como una especie de ovni y no llegar al público. Un establecimiento de éxito es una manzana verde dentro de una cesta de manzanas rojas, y para ser una manzana verde se le tiene que ofrecer algo al cliente que no tenga, como una necesidad no cubierta, un deseo o simplemente, una alternativa mejor a la que está acostumbrado. La diferenciación de nuestras ideas respecto al resto crearán unas propuestas de valor que serán percibidas como aquello extraño y inusual que hablaba antes, y de una manera natural, el cliente se interesará por ellas porqué le romperán su percepción habitual.

Romita Comedor es un restaurante fantástico y con una propuesta valor muy trabajada. Se presenta al público como un oasis urbano en las alturas. Situado en el ático de un edificio, el restaurante ha creado un espacio invernadero que conecta la ciudad con el cielo, y a través de un layout con pequeños matices en su distribución y un aire casi parisino, su oferta es casi irrechazable. Con una carta ni muy larga ni muy escasa, y su especialidad en cocteles, el Romita Comedor ofrece una carta que permite al cliente distintas combinaciones de entrantes y segundos platos, al mismo tiempo que no se cargan con una enormidad de productos que harían de su cocina, como en muchos otros restaurantes, un motor poco eficiente y un servicio lento. El restaurante es una “manzana verde” por su ubicación lejos del pie de calle, por su atmosfera garden y por su toque elegante con tintes de café clásico europeo.

Podría hablar de más cosas, pero para finalizar destaco una que a día de hoy considero muy importante: la capacidad de transformación del ambiente en cada momento del día... y el Romita la tiene. La permeabilidad de su espacio hacía el exterior le permite tener siempre un vínculo con la hora y el tiempo de cada día, por lo que la luz natural transforma el espacio constantemente y su propiedad, a buen criterio, adapta su oferta en cada periodo. Es decir, nos podemos tomar tanto un café por la mañana, como cenar o disfrutar de unos cócteles por la noche con una música ambiental muy agradable.




 ROMITA COMEDOR
Alvaro Obregon 49
Colonia Roma CP 06700
México DF / 5255258975